Nombre: J. Domínguez
Ubicación: Monterrey, Nuevo Leon, Mexico

Todo lo que sea bueno para la mente, es bueno para el corazon. Teralfa

viernes, diciembre 22, 2006

Aun es tiempo para estos trotes

Gentilmente me despedí de aquel niño. Hacía tiempo que charlaba con él cuando se dirigía a comprar dulces en la tienda de la esquina. No supe porque fue creciendo esa relación tan dispar.

En mi niñez, siempre fui un tanto huidizo de las personas, siempre me ocultaba de las reuniones familiares, quizá, mas por pena a que me pidieran que cantara alguna canción, la cual siempre me proveía de un buen apretón de mejilla por parte de mis tíos o tías. La verdad es que nunca entendí para que se reunían, me fastidiaban las pláticas de los “grandes”, y terminaba por huir a mi cuarto o alejarme de esas reuniones.

Cuando fueron llegando más años a mi vida, y la juventud me recibió con los brazos abiertos, aun seguía huyendo de esas reuniones, ahora siempre excusaba que las conversaciones que ahí se llevaban, no eran para mi edad. Los problemas que estas situaciones me acarrearon con mis padres fueron muchos, sin embargo, mi padre siempre perdonó estos mismos.

Un día de julio, con un calor infernal, me encontraba tomando un refresco en la tiendita de la esquina, cuando llego Carlitos –el nombre del chiquillo- a comprar como siempre sus golosinas.

-¿Hola Carlos, como estás?-
-bien, y con mucho calor- contestó a mi pregunta al mismo tiempo que tomaba un helado de la hielera que estaba repleta – por eso vine a comprar un helado para no sentir tanto calor-.
-¿y tus papás te dejan comer helado, no temen que te enfermes?- interrogue al chico, preocupado por alguna enfermedad en la garganta, de esas que abundan cuando uno ingiere algo frío para mitigar el calor.

-No- contestó rápidamente- Ellos están con sus amigos platicando.
-¿Y obviamente, tú estas aburrido?- le pregunté nuevamente.
-No, al contrario. Me gusta que vengan los amigos de mis papás, porque luego me piden que les cante o les recite algo que me aprendí de la escuela, entonces ellos me dan algo para comprar mis dulces o lo que yo quiera. Se que algún día creceré y entonces mis padres ya no me pedirán que les cante o algo mas. Por eso ahora lo hago, para que ellos sean felices y de paso, yo algún día también les diré a mis hijos que hagan lo mismo. Somos una familia, y debemos estar siempre felices todos- dijo, para luego salir corriendo hacia su casa.

Me quede callado, no alcance a decir alguna palabra más. Solo pensé en aquellos tiempos que me perdí, por no querer estar con mi FAMILIA.

Hoy que el tiempo sigue avanzando en mi figura y que ya no cuento con mi padre, acostumbro al menos, tener el tiempo para con mi madre y cantarle, recitarle, leerle...aunque después me diga, que ya estoy viejo y que no estoy ya mas para esos trotes.


TERALFA