Ignorándolo todo... hasta mi silencio.

La trémula voz se vacía, se seca, se oculta a mis oídos. Se muere el cuerpo y el alma se queda en nuestro pensamiento...

Ignorándolo todo... hasta mi silencio.

Dice aquella estrofa

del trovador sin sueño,

que después de dos horas

nada de tí hay en mi lecho.

Hoy, las horas palpitantes

que devoraron mi tiempo

a tu lado son infantes

que recorren nuestro lecho.

Y sin embargo de aquellos tiempos

aún tengo en mi mente pensamientos,

además de las auroras presenciadas

dormitando y no durmiendo.

Las caricias que se fraguaron

en un inmenso fuego

incinerando cualquier ruego

e ignorándolo todo hasta el silencio.

¿ Y después de tí... qué?

-me he preguntado siendo sincero-

no encuentro a nadie -solo me contesto-

que pueda llenar este hueco.

Y asi el alma se va vaciando,

como se vacía el cuerpo del muerto

como se acaba la fruta del huerto,

cuando ha llegado enero.

Y en este vacío cuerpo

queda como alma tu recuerdo,

lastimando más tu ausencia

e ignorándolo todo... hasta mi silencio.

Teralfa...